23/12/21

No pares

Salir a la terraza como cuando era niña. Ver las macetas. Regarlas como lo hacía de pequeña: jugando a vender leche como hacía en Hervás. Sorprenderme del cielo todos los días. Hacer las mismas fotos en los mismos sitios, como si tuviera que dejar constancia de su diferencia. De que cada día cuenta. Vivir la independencia de mis hijas y mi extraña y titubeante independencia. Descansar y hacer cuatro cosas. Dudar, sentir la pena y la rabia de la falta de entendimiento, de la no comunicación, de la manipulación. Saber que no puedo ni quiero hacer nada para impedirlo. Como si la verdad o la interpretación de la verdad de cada uno fuera a llegar de un momento a otro. No hija, no es posible hablar.
El tacto del agua me devuelve los sentidos. Me gusta quedarme en casa. Tender la ropa, pasear, barrer, leer, echarme la siesta, hacer los deberes del cole....
Y aún así he sentido hace días días una cantinela antigua: ¿Ya está? ¿Es esto todo? 
En un descuido de mi mente logro observar esa necesidad, que más que necesidad es un hábito: seguir corriendo para llegar a algún sitio que siempre es mejor que aquel de donde vengo. ¿Ambición? Me río entonces de ella. O quizá es mejor decir que me río con ella. Sorprendo a mi mente y ella y yo (lo que sea que sea eso) nos reímos de la ambición de llegar a algún sitio. De no parar. De seguir. ¿Es ese un motor que nos mueve o que nos mantiene insatisfechos? ¿O ambas cosas a la vez? 

La vida es asin

Buscamos un hilo conductor que explique nuestra existencia, que responda a nuestros actos, que nos diga los porqués. Buscamos, desesperadamente, seguridad, un lugar de reposo, un rincón donde nos acojan y nos abracen. Y si no es así,  rompemos el mundo, atacamos sin reposo. Atacamos incluso al que pone en duda nuestra ilusoria seguridad. La vida es así. Qué frase más estúpida. La vida es así. ¿Alguien puede decirme que es ese "así"?