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Crecer

Crecemos. Aumentamos de tamaño. Se ensanchan las caderas, cambiamos la voz. Cambiamos el traje y las maneras. Estudiamos. Trabajamos. Nos emparejamos. Tenemos hijos, sobrinos o ahijados o perros y gatos.

Crecemos. Pero no crecemos.

En nuestras relaciones con la pareja, con los hijos, con los amigos, con los compañeros de trabajo aún resuenan aquellas verdades insoslayables: Caca, culo, pedo pis. Rebota, rebota que tu culo explota. Y tú más, pero mucho más.

Te haces político, empresario, maestro, o cajera del Carrefour, o no te haces nada, y nuestra vida sigue aún girando en torno a aquellas palabras infantiles.

Sustituimos los dibujos animados por las series, los concursos, los magazines. Nos entretenemos. Nos entretienen. Pasa la vida....Y seguimos comportándonos como niños. A mí plin.

Nos convertimos en abuelos.  Envejecemos y morimos como niños arrugados. Niños buenos y niños repelentes y cascarrabias.

Contínuamente me encuentro con adultos que de adultos sólo tienen la edad. Escuchan sólo lo que quieren. Sitúan el mundo en blanco y negro. Compartimentan la vida en conmigo o contra mí. En las cosas son así y punto. En verdades subjetivas pero irrefutables.

Pongo la tele y aún sigue sorprendiéndome que personas supuestamente inteligentes, con estudios, y que toman decisiones sobre nuestras vidas sigan expresándose igual que los niños. Políticos, escritores, empresarios, presentadores, gestores, activistas....

Nos creemos lo que dicen porque parecen gente seria y adulta. Llevan traje y corbata. Han ido a la universidad. Tienen un puesto importante. Les creemos. Nos producen confianza. Creemos que ellos van a hacer las cosas bien. Pero escuchadles con atención. Escuchadles de verdad. Analizad realmente lo que dicen. Observad cómo solucionan sus diferencias, cómo intentan arreglar los problemas y escucharéis de nuevo aquellas frases infantiles: Caca, culo, pedo, pis. Y tú más. Rebota, rebota que tu culo explota.



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