31/10/13

La vulnerabilidad


Me encanta esta palabra. Es una palabra larga, como si pudiera ser atacada por cualquier flanco.
Y encima se escribe con v que quieras que no, es una muralla bastante más bajita que la b.
Me gusta la gente que se siente vulnerable. Que sabe que puede se herida. Que sabe que puede ser atacada: por la enfermedad, los accidentes, las personas, la muerte o la vida.
No sentirse vulnerable al menos una vez en la vida es algo muy triste y extremadamente grave. Porque si no lo has sentido nunca,  no puedes desarrollar los anticuerpos de la vulnerabilidad que, entre otras cosas, aumentan tu capacidad de hacer frente a situaciones complicadas, y abren tu mente en la comprensión del prójimo. Quien no se ha sentido nunca vulnerable es incapaz de entender a los demás, y son muy dados a decir eso de: "yo en tu lugar lo que haría...", que es una cosa bastante estúpida,  porque actuar sin ponerse en la piel del otro es como hacer teatro sin meterte en el papel: que resulta poco creíble.  Eso sí, no sé que es peor, si el invulnerable que no ha caido nunca, o el que habiendo caido y habiéndose levantado se cree por encima de los demás, que es otra cara de la invulnerabilidad.
Sin embargo nuestra sociedad admira al invulnerable. La debilidad está muy mal vista, parece de mala educación. Si tú te sientes vulnerable lo mejor que puedes hacer es ocultarlo, y a ser posible poner cara de tío duro, a lo Clint Eastwood y su Harry el sucio, cosa que está bien para verlo en el cine, como los efectos especiales, pero que es mejor no intentar hacerlo en la realidad.
No deberíamos asustarnos de la vulnerabilidad. A veces no queda más remedio que hundirse, que sentirse ahí, acabado y miserable. A veces es ahí, en ese momento, cuando aparecen aspectos que desconocíamos de nosotros mismos. Cuando se pueden hacer, como decía Quentin Blake en su historia de la rana bailarina " todo tipo de cosas si uno necesita realmente hacerlas".







1 comentario:

  1. Buenas palabras para empezar un lunes por la mañana. Y más después de un finde largo.
    Y ole, ole y ole... qué razón tienen...tus palabras.
    Te seguiré leyendo, así que...habrá que sacarle un ratito a la semana...
    Lou (rdes).

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